CASO #34 La aventura de Tintín. Divertimento sin disfrute.


                                                  Disfrutar: "Gozar los productos y utilidades de algo".
                                             Divertirse: "Recreo, pasatiempo, solaz" 

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio (Steven Spielberg, 2011) es una de esas películas que hay que verlas una vez. Pero sólo una vez. De lo contrario disfrutarás de la película pero sabiendo que no vas a descubrir nada nuevo. Disfrutarás de las espectaculares secuencias en el Karuboudjan, en la avioneta o en Bagghar. Podrás descubrir los homenajes a los comics de Hergé, el alucinante detalle de precisión con que están dibujados los personajes y el background de cada imagen. Lo único que no podrás disfrutar de nuevo es con la historia que en su primer visionado se agota. Tintín es entretenimiento pero demasiado de usar y tirar. Y no es bueno oponer la calidad con el entretenimiento. Ahí está la trilogía de El Señor de los Anillos, Matrix o la saga Bourne.

Spielberg tiene la ventaja de tener los personajes construidos y que el público quiere ver (tantos lo fueron a ver que la película recaudó cerca de 250 millones de dólares en todo el mundo) cómo los ha retratado en pantalla. Spielberg juega limpio aunando varias de las historias de Tintín y no cae en la simpleza que hubiera sido copiar las viñetas. Sin embargo, la aventura de Tintín, Haddock y Milou no tiene fuerza. El grueso del trabajo se quedó en las coreografías para las batallas y persecuciones y el guión se quedó en el escritorio. Spielberg hizo una película de forma pero no de contenido. Y lo intenta solucionar con una escena tras la persecución en Bagghar demasiado forzada con un capitán que le da lecciones a Tintín de la misma manera que lo hizo Tintín en el bote en medio del mar. Lo que ocurre es que con la información que nos han dado en el resto de la película, Haddock no ha podido evolucionar dramáticamente tan rápido como se le pide. Desde otro punto de vista podría verse una “tintinización” del Capitán Haddock. Y ya está, no hay más drama que surja del interior de los personajes.

CASO #33 La mirada de una búsqueda. París, Texas de Wim Wenders

Uno de los grandes logros del cine ha sido y es mostrar la realidad de una manera única. Hay cineastas implicados en que cada película suya sea una mirada personal sobre lo que es la vida a través de historias y otros que cuentan historias que podrían haberse escrito en un libro (por lo que no han aprovechado el lenguaje cinematográfico). A veces nos olvidamos de que el cine es algo más que contar historias o vivir aventuras. ¿Quien no recuerda la niebla que envuelve al protagonista de La vida es bella cuando se topa con una pila de cadáveres o la escena de El árbol de la vida cuando los padres reciben la noticia de la muerte de su hijo? Es cierto que ambas escenas forman parte de una historia, pero el contarlas a través de imágenes, sin ruido de palabras, el resultado es realmente diferente a plasmarlo en palabras. Cada herramienta tiene su utilidad,cada lenguaje tiene sus reglas. Se puede hacer una adaptación fideligna de un libro al cine y ser original y sorprender al espectador con nuevas situaciones más cinemátográficas.

Wim Wenders es un cineasta alemán que deja plasmada su delicada mirada en cada plano de sus películas, ya sea contándonos cómo es el día a día de los ángeles custodios en el Berlín de posguerra o usando el 3D como homenaje a la danza de Pina Bausch. No me cabe duda de que el mejor cine tiene que ser una obra personal aunque se cuenten historias que nada tengan de autobiográfico. Sin embargo, en este cine cada película es el resultado de una respuesta a los interrogantes personales del autor. Incluso en el cine más industrial es imposible hacer películas en serie. Cada proyecto requiere de un guión único con unos personajes únicos (más o menos perfilados o estereotipados) e interpretados por unos actores que encarnan esos personajes. Wenders hizo también una película titulada París, Texas (Alemania, Francia, Reino Unido (ya sabéis, una coproducción europea), 1984) en donde el misterio y los interrogantes sobre la vida de una persona están retratados en Travis: un hombre que busca la razón de su vida, por qué volver con su familia, por qué recuperar a su hijo y a su mujer después de vagar por el desierto en la frontera entre México y EE.UU.

CASO #32 La diligencia. Una "bomba social"

La diligencia (Stagecoach, 1939) es uno de los grandes westerns de John Ford junto a Centauros del desierto (The Searchers, 1956) y El hombre que mató a Liberty Balance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962).

El western fue el género que sirvió para configurar la propia leyenda de Estados Unidos, que a diferencia de Europa era una nación recién nacida. En el western clásico siempre hay un personaje que resalta por su valentía o por su determinación a la hora de hacer frente a un desafío. Ringo, un forajido que busca vengar a su familia tras ser asesinada, un renegado social, es el héroe que se atreve a dar lecciones de educación a otros de mayor estatus social, y lo hace de la mano de otra renegada social, una prostituta que quiere ser madre.

Un médico borracho (Boone), una prostituta (Dallas), el sheriff del pueblo (Curly), un jugador profesional (Hatfield), un viajante de whisky (Peacok), un banquero (Gatewood) y una mujer en busca de su marido desaparecido en combate (la señora Mallory) coinciden en una misma diligencia conducida por el miedoso conductor Buck. Su travesía se ve violentada por el miedo a encontrarse con los apaches. Salvo este inconveniente en el camino ningún elemento parece que pueda cambiar sus vidas. Va a ser Ringo Kid el detonante de la “bomba social” que viaja en la diligencia.

Los cortometrajes de los Oscar 2012. The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore entre otros


Todo el mundo se ha interesado en los premios de La Academia (todavía hay quienes piensan que no hay más Academias en el mundo), ha hablado de los ganadores, de The Artist, del cine mudo, de la incursión del cine francés (que goza de muy buena salud a demás del caso de The Artist) en Hollywood. Y como todo el mundo ya sabe de todas estas cosas no voy a decir más. Pero voy a hablar de unos premios que normalmente pasan desapercibidos: los Oscar a mejor cortometraje de animación.

Dimanche (Patrick Doyon), A morning Stroll (Grant Orchard), La Luna (Enrico Casarosa), Wild Life (Wendy Tilby, Amanda Forbis) y The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore (William Joyce, Brandon Oldenburg) fueron los candidatos al premio. Ganó el último y gracias a las redes sociales y a que tres de ellos se pueden ver online en YouTube se corrió la voz y bastante gente los pudo disfrutar.

ENTREVISTA. ¿Y ahora a dónde vamos? de Nadine Labaki

Yo no soy una política profesional, sino que hago política ingenua e inocente con mis películas a mi manera, un poco con la misma ingenuidad de los niños. Y tal vez puedo ayudar a lograr un cambio en las actitudes.
Nadine Labaki 


El viernes 2 de marzo se estrenó en España ¿Y ahora a dónde vamos?, una película coproducida por El Líbano y Francia y dirigida por una mujer, Nadine Labaki. Es su segunda película tras Caramel (2007). En un pueblo de El Líbano parece no ocurrir nada entre hombres y mujeres. La historia que se nos cuenta se centra en la llegada de la guerra y en la actuación disuasoria de las mujeres hacia los hombres para que no entren en esa guerra. Labaki hace una dura radiografía pero siempre contando con el humor como ingrediente fundamental para solucionar los problemas. Una actuación semejante a la que se da en Juan de los muertos (Cuba-España, 2011) Four lions (Reino Unido, 2010) o La banda nos visita (Israel-Francia, 2007)

CASO #31 Víctor Erice. El juego del tiempo en la ficción




Por si hay alguien que crea que no hay grandes directores españoles de cine pueden preguntar por Víctor Erice. No solo es uno de los genios españoles en el terreno de los largometrajes sino que tiene una joya en forma de cortometraje.

Se cumplen 10 años del homenaje que se hizo a la película Ten minutes older (1978) de Herz Frank usando como título el mismo nombre del cortometraje . Entre algunos de los directores invitados a que partcipasen estaban Kaurismaki, Herzog, Spike Lee, Bertolucci, Godard y Víctor Erice. Se les pedía como requisito un cortometraje de 10 minutos y que apareciese un reloj en algún momento. El corto homenajeado es un plano único en el que se recogen las miradas de unos niños que acuden a una representación de marionetas. Sin embargo, igual que hizo Val del Omar (otro de los grandes cineastas españoles) con sus fotografías de las Misiones Pedagógicas de la Segunda República, las miradas de los niños son un universo fascinante que con un mínimo de sensibilidad -por parte del espectador- consiguen dejarte pegado a la pantalla en busca de sus sentimientos y pensamientos. Toda una experiencia. Erice ya lo experimento antes en su segunda película, El espíritu de la colmena (1973).
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